11 nov 2013

"Delphos", de Fortuny: Mucho más que un vestido (...y II)

Fortuny no fue un diseñador al uso, fue un artista integral, de esos personajes al estilo renacentista que cultivó diversas artes a las que acompañaba de un profundo conocimiento científico: pintura, dibujo, grabado, fotografía, luminotecnia, diseño textil, moda, escenografía. A pesar de ello, dijo de sí mismo: haber estado interesado en muchas cosas pero, sin embargo, siempre había considerado la pintura como su profesión.

La cantante de ópera Gladys Swarthout, 1935.
Granadino (1871-1949) provenía de una familia de artistas, vivió en Roma, Paris, y en 1889 la familia se trasladó a Venecia. Aquí, además del dibujo y el grabado, la fotografía impactó en él con fuerza como complemento novedoso al arte de la pintura. Y  comenzó a explorar la ciudad, con su Panoram-Kodak N-4 model B, experimentando con las luces y las sombras, con las formas… De su afición por este arte, queda constancia en el Museo que lleva su nombre, de Venecia, donde se conservan alrededor de 12.000 fotografías.

Fortuny con su cámara, 1890
Estudio pictórico, 1925
                                                           











A los 18 años, ya mantenía su estudio en una de las plantas del palacio familiar.

Mantuvo contacto con otros artistas y personajes influyentes de la época: Proust, el dramaturgo  y poeta D’Annunzio, la bailarina Isadora Duncan, la actriz Eleonora Duse... Al teatro se acercó a gracias a la obra de Wagner: vestuario, escenografía, y luminotecnia. Consideraba esencial el elemento “luz” en la escena, y trabajó intensamente en este ámbito “¿conoce usted algún misterio más bello que la electricidad?”, llegó a decir.

Elena, hija de Sorolla, pintada por su padre, 1909 
Su vinculación al mundo textil se produjo en 1906 y junto con su compañera Henriette se introdujo en la producción de telas: diseño de los estampados, fabricación de los troqueles, búsqueda de los colores, elaboración de los tintados, estarcido de las telas y, posteriormente, la elaboración de los propios modelos.

En lás últimas décadas del s. XIX y primeras del siguiente, todo lo relacionado con los tejidos adquirió gran importancia entre las clases más acomodadas: se importaban tejidos orientales: sedas, terciopelos... (En 1875 Liberty´s abre su primera tienda en Londres para importar y vender productos de Japón, China, India o Persia; sus motivos se hicieron muy populares).

Si bien todavía la corriente dominante seguía anclada en una mentalidad puritana, algunos grupos, todavía reducidos, venían apostando por la innovación de la vestimenta: artistas, médicos, feministas y diseñadores se habían ido agrupando alrededor de ciertos movimientos de la "reforma del traje" que surgían en Inglaterra. Defendían un ropaje que respetara el cuerpo de la mujer, permitiéndole su movilidad natural, que fuera racional y sano y, desde el punto de vista estético, que no deformara la figura con crinolinas y polisones. Y como inspiración, al igual que el arte de la época, se volvía la mirada al mundo clásico.

Pintura de Lawrence Alma-Tadema (1836-1912)
La pintura (Moore, Leighton, Alma-Tadema) se vio impregnada de la idea de que "todo debe ser griego". Se dan fiestas entre la alta sociedad en las que se viste a lo griego. Isadora Duncan, la gran bailarina americana, viajó a Londres para estudiar los vasos griegos y, siguiendo esta estética, en sus actuaciones bailaba descalza, ataviada con una simple túnica, y su danza imitaba las formas naturales del viento, de los pájaros, de las nubes...

Vaso griego de la época clásica
Isadora Duncan bailando


Auriga de Delfos
Así, de una forma casi natural, los elementos más influyentes de la cultura se iban decantando hacia un nuevo orden estético. Fortuny y su compañera Henriette estudiaron los dibujos decorativos del Palacio de Knosos, de Creta, sucumbieron ante los drapeados de su vestimenta clásica, y, como una evolución casi necesaria, creó el Delphos, basándose en el Auriga que lleva su nombre, pero con su innovación personal: el pliegue sería una prolongación sofisticada del drapeado natural, y moldearía el cuerpo siguiendo cada una de sus formas.

Después de patentarlo, él mismo se encargó de "publicitarlo"; su propia esposa y las mujeres más vanguardistas lucieron su Delphos y de una manera discreta se fue introduciendo. Nunca realizó los grandes desfiles y eventos que llevaba a cabo su colega el diseñador Paul Poiret -el modisto de más renombre del momento-. Aún así en los cinco años que pasó en París (1907-1912), el vestido fue incorporándose en la alta sociedad, y las mujeres más pudientes se interesaban por él. En los años siguientes los vestidos de Mariano Fortuny llegaron a Nueva York a través de sus notables clientes. Contaba con tiendas en Paris y Milán, y con representantes en las principales capitales de Europa.

Muriel Gore, 1909.

Selma Schubart, con su Delphos,  1907





















Casi al mismo tiempo, aunque no del mismo modo, Poiret abogaba también por la libertad del vestir femenino, introdujo kimonos orientales, pantalones bombachos, vestidos liberadores del corsé con espectaculares adornos -lejos de la austeridad de Fortuny-. Su interés comercial puso énfasis en la creación de la moda: nuevas colecciones cada temporada que sometían al vestido a continuos vaivenes.

     
Fortuny  inaugura tienda en Paris en 1920.

En los años siguientes, con la guerra europea se impuso, por necesidad, un vestir práctico y cómodo: Cocó Chanel entró de lleno en el diseño femenino subiendo las faldas e introduciendo el "corte sastre" de aire sencillo, herencias militares y ausencia de todo adorno superfluo.

El cambio de época ya estaba dado.

Julie Christie: conjunto Fortuny que
incluye pantalones plisados, 1973.

No resultaría fácil encontrar hoy una mujer que llevara un "Poiret",
pero sin embargo, todavía podemos admirar mujeres con Delphos.
En la foto: Geraldine Chaplin, 1995



Fuentes principales: 
- Guillermo de Osma: Mariano Fortuny, arte, ciencia  y diseño, 2012.
- N.J. Stevenson: Moda, historia de los diseños y estilos que han marcado época, 2011.
- Exposición: Inspiraciones Mariano Fortuny y Madrazo, Ministerio de Cultura, 2010.
- Mª del Mar Nicolás Martínez: Delphos de Fortuny, Museo del Traje, 2004.
- Amy Renee Dykes: Documentation of a Mariano Fortuny  Delphos  gown, 2003.






7 comentarios:

  1. No conocía las imágenes más recientes de Geraldine Chaplin o Julie Christie con el Delphos; desde luego permiten que uno se haga una mejor idea de la espectacular caída y ligereza del vestido. Un placer repasar contigo las cualidades y el arte de Fortuny :-)

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    1. Un vestido intemporal, si señora!!. Elegancia y arte todo junto. Un beso Luisa

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  2. Un precioso vestido, creo que es de los más bonitos que he visto en mi vida. Su sencillez, aparente, su austeridad elegante, muy elegante.

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    1. Si tienes curiosidad puedes verlos en el Museo del Traje. Lo tienes cerca... Un besito y gracias por la visita.

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  3. Hola, qué artículo mas completo, ameno y bien documentado sobre Fortuny y su Delphos. Este vestido me fascina. Ir al Museo del Traje es algo que tengo pendiente.

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  4. Gracias Sara, me alegro de que te haya interesado. Un abrazo!

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  5. Un vestido puede transportarte. Los amantes de la moda seguro que conocen esta sensación. Una prenda puede mostrar partes de tu personalidad que no dejarías ver con otra cualquiera.

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